Niña, la perrita con el espíritu roto
Cuando Niña llegó a la clínica que teníamos montada en Puerto Nariño, Amazonas, estaba toda amordazada, tenía bozal y venía en los brazos de Thomas. No puede uno dejar de pensar que esa perra era una fiera salvaje y que cualquiera que se le acercara podría perder un dedo. Lo primero, y casi lo único que uno veía, era un animal cuya piel estaba pegada de los huesos, se podía ver toda la estructura ósea de la perrita, su mirada triste y su espíritu quebrantado.
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