Niña, la perrita con el espíritu roto
Cuando Niña llegó a la clínica que teníamos montada en Puerto Nariño, Amazonas, estaba toda amordazada, tenía bozal y venía en los brazos de Thomas. No puede uno dejar de pensar que esa perra era una fiera salvaje y que cualquiera que se le acercara podría perder un dedo. Lo primero, y casi lo único que uno veía, era un animal cuya piel estaba pegada de los huesos, se podía ver toda la estructura ósea de la perrita, su mirada triste y su espíritu quebrantado.
Había sido abandonada por los anteriores responsables y evidentemente no había sabido valerse por sí misma, estaba demacrada, su piel estaba enferma y solo generaba la infinita lástima que una visión así puede producir. Era inevitable sentir tristeza, rabia y frustración. Niña además por su tamaño grande era una perrita que cuando tenía cachorros, no tenía ni uno ni dos, sino que siempre daba a luz a un montón de nuevos perritos que no corrían con buena suerte, así que esterilizarla era una prioridad
¿Cómo podríamos esterilizarla sin poner en riesgo su vida? Decidimos entonces ingresarla en el improvisada y adecuadamente denominado “Programa Engorde” (el engorde rehabilitador, el único que debería existir) que consistía en ponerla durante tres días en una dieta hipercalórica, administrarle diariamente medicamentos y llevarla a cirugía el último día de clínica.
(Conoce la historia completa de esta aventura)
Resulta que Niña no era ninguna fiera, era una perrita preciosa, tierna y noble, cuyo espiritu estaba casi apagado. Una de las señoras de la comunidad se comprometió a encargarse de ella durante el engorde y llevarla diariamente a suministrarle alimento y medicamentos para continuar con el plan. Leonel y Thomas iban a visitarla y chequear cómo iba el progreso y cómo pintaba su esterilización.
El día viernes era la fecha escogida para operar a todos los animales vinculados la Programa Engorde, incluyendo a la Niña. No podemos decir que no sentimos miedo y nerviosismo cuando llegó. Era claro que su vida estaría en riesgo por su estado deteriorado, pero ¿Qué es mejor? ¿Dejarla allí con la capacidad de seguirse reproduciendo, que además de ser un riesgo enorme para su vida debido a su estado, traería un montón de perritos nuevos que nadie querría?¿O arriesgarnos a realizarle el procedimiento y tomar aún más medidas de precaución?
Ya lo habíamos planeado y estábamos listos para realizar la cirugía, preparamos a Niña con dos horas de anticipación (mientras tanto los nuevos “gordos” eran operados). Niña era un modelo a seguir, una perrita ejemplar, cariñosa, noble, juiciosa, lo que hizo inevitable pensar quizá ella sabía que le estábamos haciendo un favor. O quizá solo disfrutaba la atención, los cuidados y los mimos.
Llegó el momento de la cirugía y se podía cortar con un bisturí la tensión en la clínica, todos estábamos nerviosos, casi paralizados, como quien espera a que el médico salga a darle noticias de su ser querido convaleciente. La cirugía de Niña no duró mucho, fue limpia, rápida y exitosa. La tuvimos casi dos horas más en observación constante, monitoreada y con una persona asignada solamente a su cuidado. Luego de varios minutos de dormir, Niña empezó a despertar, despacio pero segura, y a nosotros nos empezó a volver el alma al cuerpo.
Cuando estuvo completamente recuperada, Niña se fue a su nueva casa, con una pijama nueva y un montón de comida que Angela donó para ella.
Estamos seguras de que con esta intervención la vida de la Niña se salvó, ahora podrá recuperarse y ser una perrita feliz el tiempo que le queda de vida. Estos casos nos motivan a seguir adelante porque sabemos que hay un monton de Niñxs cuyas vidas pueden dar un giro de 180° tan solo por ser esterilizados. Dona y ayúdanos a continuar salvando vidas.
GRACIAS por Niña y por tantos a los que les han cambiado su vida. Que campaña tan bonita y necesaria. Gracias.
¡Muchas gracias Iliana ❤❤❤❤!