
EN EL DÍA MUNDIAL DE LOS ANIMALES, SACÁ EL SUFRIMIENTO DE TU PLATO
Hoy se conmemora el día mundial de los animales. Estuvimos pensando mucho en qué hacer para compartir con ustedes.

Gabriel Chica
Abogado y politólogo
Especialista en Docencia Universitaria
gabriel.chica@corporacionraya.org
Pero ¿qué podíamos compartir?: ¿un video que muestre el sufrimiento de los animales silvestres por el cambio climático? ¿Unas historias sobre los individuos marinos que se ven afectados por el derramamiento de petróleo? ¿Un reel sobre los animales explotados para “trabajo”? Todos estos temas, y muchos más, son de nuestro interés, como ustedes bien lo saben. Sin embargo, hoy hemos pensado en la importancia de volver a un llamado básico, elemental, y necesario para iniciar cualquier otra discusión sobre la protección y la defensa de los demás animales: la necesidad de dejar de alimentarnos con el sufrimiento de los demás animales.
El proceso de domesticación ha hecho que nos relacionemos de una manera más empática con ciertos animales, como son los animales compañeros: los perros y gatos que viven en nuestras casas, y por los que -como decimos con frecuencia- “daríamos la vida”. Sin embargo, existen otros millones de animales, que sienten igual, que sufren igual, que quieren vivir la vida, como estos perros y gatos o como nosotros mismos. Nuestro “cariño” selectivo afecta a grandes cantidades de animales que mueren cada minuto como consecuencia de nuestras acciones, individuales y colectivas. Nuestro consumismo desmedido y nuestras vanidades hacen que los animales sean encerrados, confinados, desplazados, torturados, sometidos y humillados por múltiples “industrias”.
Una de las principales causas de sufrimiento animal (y no abordaremos acá sus impactos climáticos) es el generado por las industrias de alimentos. Hemos construido unas formas de alimentación que se basan en la explotación de los demás animales: desde que nos levantamos ponemos en nuestros platos el dolor y el sufrimiento de otros seres: la leche en el café, la miel en el pancake, el yogurt, la mantequilla, el huevo, el queso, seguro están presentes en la mayoría de desayunos: y con ellos, la explotación de millones de vacas confinadas, la angustia de terneros separados de sus madres, la explotación de abejas producidas para nuestro beneficio, y todos los desmanes que podamos imaginar en contra de otros seres, que no han pedido nacer, ni desean vivir una vida al servicio del egoísmo humano.
Y ni hablemos del almuerzo: ¡un banquete de la muerte y el dolor! Y la cena, y la mediamañana, y los antojitos de cada momento. Las rutinas alimentarias más comunes tienen presencia de productos derivados de la explotación animal. Esto lo hemos normalizado, a tal punto que nos parece más extraño que alguien revise los ingredientes de un producto en su empaque, a que alguien ingiera los fluidos de otro animal. Nos parece exagerado que alguien defienda a los animales, pero no nos alarmamos por ver un trozo de carne sangrando en un plato. Creo que valdría la pena revisar nuestros parámetros éticos, y pensar en la influencia que han tenido nuestras relaciones familiares y culturales en las consideraciones que tenemos sobre “lo bueno” y “lo malo”.
Por eso, en esta conmemoración del Día Mundial de los Animales, queremos hacer un llamado a la reflexión, a responsabilizarnos de lo que va a ser nuestra alimentación, y a decidir conscientemente sacar el dolor y el sufrimiento de nuestros platos. Un llamado a pensar en que todos los animales deben ser protegidos; en que la vaca, el cerdo, el pollo, la abeja y el pez, así como el gato, el perro y nosotros mismos, desean vivir sus propias vidas, sin estar al servicio de nadie. Que este día sea la oportunidad para reconciliarte con todos los animales.
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